Hace exactamente 365 días, por la 15º fecha del Turismo Carretera en el autódromo Juan Manuel Fangio de la ciudad de Balcarce, se inmolaba en un múltiple accidente Guido Falaschi, piloto oriundo de Las Parejas que buscaba su segunda victoria en la categoría.
Se sabe que el automovilismo siempre fue un deporte de riesgo y que nunca va a existir la perfección en materia de seguridad, pero lo ocurrido aquel mediodía fue producto de una serie de negligencias, tanto de la CAF (Comisión Asesora Fiscalizadora de la ACTC, encargada de supervisar los autódromos), como de la propia Asociación de Corredores de Turismo Carretera.
Aquel circuito de Balcarce había recibido unos cuantos arreglos antes de esa competencia, entre las que se destacaban el asfaltado nuevo, y la amplitud de vías de escape (algo que esta vez fue perjudicial). Sin embargo, esto no bastó para evitar que suceda lo que nadie quiere que pase.
A partir del accidente, se hicieron muchas conjeturas: que la culpa fue de la ACTC al correr en circuitos no aptos, donde se levanta tierra que imposibilita la vista de los pilotos de atrás, que fue culpa del rezagado que propinó todo este hecho, culpa de los pilotos que venían atrás, etc.
En conferencia de prensa, el presidente de la entidad que regula al TC, Oscar Aventín, deslizó una frase más que polémica: “En Balcarce no falló nada, la causal no fue ni la tierra, ni las gomas, sino un auto que se despista en un momento inoportuno…”
A pesar de sus declaraciones en las que aclaró que las medidas de seguridad exigidas estaban dadas para esta competencia, lo cierto es que la fecha siguiente (y última) disputada en el autódromo de Buenos Aires tres semanas más tarde marcó el comienzo de un mayor control: se regó todo el perímetro del circuito y se les exigió a los pilotos que el limite de la pista eran los pianos, advirtiendo que se podían poner como máximo dos gomas en ellos. Las dos medidas tenían como eje evitar un posible levantamiento de tierra.
Estas medidas se acrecentaron para el 2012, donde se creó una comisión de seguridad integrada por pilotos actuales (Leonel Ugalde) y ex pilotos como Ruben Daray y Eduardo Ramos, buscando un nexo entre la ACTC y los pilotos.
- Los reductores de velocidad, un intento de solución contra la tierra
Otras medidas consistieron en un mayor control de los autódromos, donde se retiraron las peligrosas gomas de camión de las protecciones de neumáticos, se enzuncharon estas defensas de gomas (evitando el desparrame de las mismas ante un posible impacto), se retiró la tierra de las vías de escape, se crearon “reductores de velocidad” (ideado por los pilotos), que tienen como fin evitar la ida de los coches fuera de la pista, además del riego de la tierra en vías de escape de circuitos donde el pasto no abunda (caso Trelew).
El tema es ¿se cumplieron estas medidas, diseñadas para aumentar el estándar de seguridad, o sigue todo como hace un año?
Por un lado, se vio la mano dela ACTC, a la hora de supervisar los circuitos antes de la actividad, generando hasta el retraso de la actividad (en Buenos Aires) por culpa de que la pista no cumplía con las mínimas condiciones de seguridad. Otros circuitos mostraron cierta mejoría, mientras que los nuevos (como La Pampa) estaban presentados de excelente manera, aunque con un punto débil: la tierra.
La tierra es algo difícil de erradicar, y todavía no se logro. En varios escenarios de este año se siguió levantando, dificultando la vista de los pilotos. El caso más reciente es el recién planteado: el circuito pampeano de Toay, nuevo, con instalaciones de primer nivel, tuvo durante todo el fin de semana el problema del levantamiento de tierra. La mayoría apeló al concepto de que al ser un circuito nuevo, con pasto todavía no asentado del todo era la causa, y que para las próximas visitas ya no iba a volver a pasar.
Lo cierto es que, además de la tierra, en este 2012 hubo otra cosa que persistió en los autódromos: el problema de las defensas de neumáticos. El caso que más lo expone es el accidente sufrido por el Ford de Enrique Candela, durante la final del TC en Buenos Aires en agosto de este año, durante la conmemoración de los 75 años de la categoría. Candela fue tocado de atrás por el Dodge del “bocha” Ciantini en el frenaje de la horquilla, saliendo descontrolado hacia la protección de neumáticos. Al momento del impacto, los neumáticos salieron literalmente volando, siendo contenidos por el alambrado que estaba detrás de estos. Por suerte, no salió nadie herido, más teniendo en cuenta que detrás del alambrado había gente observando la carrera. Sino, véanlo con sus propios ojos:
Todas estas falencias son vistas por los dirigentes de la categoría. Hasta a alguno de ellos se los escuchó decir “con las medidas de seguridad que exigimos, solo se podría correr en 8 o 9 autódromos”, demostrando lo mal que está el automovilismo argentino en esta materia.
Por lo pronto, a un año del accidente fatal en Balcarce, como conclusión se puede decir que se piensa un poco más en la seguridad, y se controla un poco más, pero que todavía no alcanza. Los negocios todavía siguen siendo más que la seguridad de los pilotos, y hasta que no se cambie esa forma de pensar no se podrá hacer mucho más…
Publicado en Rock 'N Ball el 13/11/2012
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